lunes, 15 de febrero de 2010

A Peñas Blancas por Horno Ciego

Hoy 14 de febrero, nos hemos encaminado, eso sí, sin madrugar mucho, a las inmediaciones de Perín, al punto en donde la rambla de los Jarales cruza la carretera que desde la carretera de La Azohía nos llevaría al pueblo de Perín y posteriormente a Cuesta Blanca.
Ayer estuvo buena parte del día lloviendo y hoy ha amanecido un día típicamente invernal. La temperatura es fría, el cielo está cubierto, aunque no amenaza lluvia inminente y el viento es flojo del norte.



Con estos presupuestos, el zurrón bien provisto, y convenientemente abrigados, vamos a intentar hoy el abordaje de Peñas Blancas desde su cara de levante.
Dejamos el coche en el caserío de Las Casas de la Colina, en las inmediaciones de la ya nombrada Rambla de los Jarales en una cota de 220 metros y comenzamos la caminata por el interior de la rambla.
El piso de la misma se encuentra blando debido a lo mucho que ha llovido este invierno, algo inusual en estas latitudes. El verde domina los prados, normalmente secos, pero ahora cubiertos de un manto de tréboles. Los almendros en flor rematan la estampa botánica que nos encontramos esta mañana.



Superamos la bifurcación de la rambla y seguimos recto por la de Horno Ciego hasta llegar a una planicie cubierta de almendros y absolutamente solitaria limitada por el cordal de la Cárcel, el Collado de Labajo, y el Cabezo del Calderón. Continuamos por el camino que ahora ha salido de la rambla y nos permite una bonita panorámica del lugar. Después de rebasar una pequeña construcción por nuestra derecha, llegamos a una bifurcación donde optamos por el camino de la izquierda encarando el collado de Labajo.



Pronto llegamos a una nueva bifurcación y tomamos nuevamente a la izquierda, por un tosco y empinado camino realizado por maquinaria agrícola que pronto comienza a descender para cruzar la rambla por unas zonas roturadas y con plantones de olivera. Ya desde aquí vemos en la empinada ladera, la sucesión de hitos de piedra que habremos de remontar y que nos llevará sin perdida hasta la cima de peñas blancas.



Conforme vamos remontando vamos obteniendo alucinantes perspectivas de la planicie que acabamos de abandonar, del Cordal de la Cárcel sobre el cual acabaremos situándonos, del cabezo calderón y de la sucesión de morras y cabezos que se pierden en la lejanía.






Por fin nos situamos en el techo cartagenero, donde nos recibe una fría ventisca que azota la cimera llanura.


El refugio se encuentra en fase de restauración por los montañeros que habitualmente lo cuidan. Solo nos queda disfrutarlo con el debido respeto, después de firmar en el libro de cima que encontramos en su interior.
La jornada se encuentra en su ecuador, es momento de reponer fuerzas, y pensar en el regreso que haremos por el mismo camino saliendo del refugio por el sendero que se dibuja en dirección 35º.

Una vez deshecha la ascensión tomamos la decisión de volver rodeando el Cabezo del Calderón en busca del tramo alto de la rambla de los Jarales, que jalonada de pozos nos llevara a la misma bifurcación de ambos cauces que rebasamos de mañana.



De aquí al coche nos queda un suave paseo solo apresurado por los negros nubarrones que desde el cielo nos amenazan con un posible remojón que finalmente no llegó.