Hacía tiempo que las sierras de Moratalla se nos resistían, y tuvo que ser este domingo de marzo el día indicado para abordar una ruta clásica de estos lares. Nos planteamos salir del complejo del camping de
En conjunto, la ruta resultó algo decepcionante, ya que pese a transcurrir junto a cursos de agua tan escasa en nuestro entorno, fue excesivamente forestal. Muchos kilómetros encajonados entre bosque de pinos que nos ocultaban la vista, y hacían aun mas oscuro, el de por sí oscuro día, y monótono el caminar.
Salimos del aparcamiento del camping tras recibir el inesperado saludo de esta ardilla, rápidamente puesta en fuga por Kira, y tomamos la carretera que bordeando la instalación turística gana el collado y se dirige hacia la bifurcación que tomamos a la derecha para aproximarnos a los baños de Somogil.
A este lugar volvía después de casi 30 años, tiempos en los que estuvimos acampados una navidad disfrutando de sus aguas termales y de las construcciones ahora derruidas.
Desde aquí y remontando el arrollo del barranco de Hondares llegamos hasta la cascada que en las inmediaciones del caserío homónimo forma el arroyo.
Una vez descansados reemprendemos la ascensión hasta el punto mas alto de nuestra ruta, en el cortijo derruido de Las Lomas al que llegamos alrededor de las tres de la tarde con el ánimo dispuesto para comer y reponer fuerzas.
A partir de aquí comienza el descenso que nos reintegra al bosque de coníferas camino del valle del alharabe, al que llegamos después de hacer unos cientos de metros campo a través siguiendo un camino que marcado en el mapa no existe en la realidad.
El suave descenso por los márgenes del río hasta el camping, ponen fin a esta larga caminata en un día marcado por la incertidumbre meteorológica, que al final no se concretó en el varias veces esperado chubasco.
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