domingo, 10 de octubre de 2010

Tras los pasos de Al Andalus. La Córdoba del Califa

Córdoba. Apenas unos cientos de kilómetros, y esta ciudad se nos ha resistido hasta hoy. Y en verdad que vale la pena.
Después de haber estado en países musulmanes la sensación, aunque adulterada por las inevitables reformas posteriores a la conquista, que embarga al viajero al cruzar al amanecer la puerta del perdón debe de recordar en parte a lo que sintieron durante siglos los musulmanes españoles que la construyeron y convirtieron en el mayor monumento religioso musulmán de occidente.
El fresco recibimiento en el patio de los naranjos a la sombra del alminar vestido de campanario herreriano, el omnubilante bosque de columnas en el haram, las 19 puertas, hoy cerradas en su mayoría, el lujo de los arcos lobulados en la maqsura o el inquietante rincón del mihrab.
El templo hoy cristiano y adulterado, peaje que se paga con gusto por lo que de necesario tuvo de cara a la conservación del edificio hasta nuestros días, es absolutamente embriagador y reafirma mi tesis ya elaborada hace años en mi primera visita a la Alhambra que para degustar monumentos árabes, uno de los mejores lugares es Al Alandalus.


El alminar visto desde las callejuelas cordobesas

Proyecciones de las vidrieras sobre las columnas


El mirhab


El haram

La ciudad de Córdoba


La Corredera


El Cristo de los Faroles


Patios y calles cordobesas