martes, 6 de julio de 2010

Morezón y Laguna Grande de Gredos


¡¡Pues nos quedamos con hambre!!
Después de 15 días en Picos de Europa aun teniamos ganas de más y nos plantamos en Navarredonda de Gredos, en un pequeño camping muy arbolado, y sobre todo con poca gente y casi total ausencia de caravanas.
Desde alli nos planteamos un par de visitas a la Sierra, de las que dejo aquí algunas fotos.
La primera de ellas la planteamos para tener dos vistas muy distintas del lugar mas visitado de la sierra, Laguna Grande. Así pues tras dejar el coche en el aparcamiento llamado "la plataforma", ascendimos hacia el puerto de Candeleda, antiguo paso a través de las vertientes norte y sur de la sierra. una vez alli buscamos el antiguo refugio de caza del rey Alfonso XIII y a través de Navasomera, ascendimos al pico del Morezón (2381 metros). Desde este punto tuvimos una vista fabulosa de la laguna y de todo el Circo de Gredos presidido por el Almanzor.
Desde aquí iniciamos el descenso que nos llevó a la misma orilla de la laguna obteniendo así una doble visión del corazón de esta sierra.



En el camping de Navarredonda de Gredos




Suave ascenso al Puerto de Candeleda



Montesas en las inmediaciones del puerto


Al fondo el valle del Tietar



Ruinas del refugio del rey

Navasomera, colgada sobre el valle del Tietar


Cumbre del Morezón



Circo de Gredos visto desde el Morezón

Laguna Grande

Nos refrescaremos aquí mismo

Aguas superficiales

Camino a Laguna Grande


Junto a la laguna

jueves, 1 de julio de 2010

Travesía del Macizo Central


Salimos este primero de julio con la intención de realizar la ansiada ruta circular por los Picos aunque capada en cuanto a lo que al Jou de Cabrones se refiere. No obstante muchas eran las dudas en cuanto a lo viable de realizar el descenso desde Horcados Rojos a los Boches. En cualquier caso el plan era llegar hasta los Horcados, a mas de 2300 metros de altitud y allí tomar la decisión de continuar a Urriellu o volver a Sotres por los puertos de Áliva.





Con esa idea nos plantamos en un Sotres, víctima del plan E del gobierno, en donde dejamos el coche para empezar el descenso hasta los invernales del Texu a través de los cuales nos internamos en el largo y amplio valle surcado por el río Duje.


El calor era agobiante, y la pendiente continua a lo largo de la pista de 4x4 nos va llevando hasta la vega de Sotres y posteriormente hasta el cruce de caminos en el cual tomamos el sendero de Espinama atravesando pastos y mas pastos hasta la ermita de Nuestra Señora de las Nieves a la sombra de cuyos muros nos instalamos para comer.


Las altas cumbres de Peña Vieja ya nos saludan desde allí. Una vez repuestas fuerzas con la comida y el agua fresca de la fuente que hay junto a la ermita, reemprendemos el camino hasta el próximo albergue de Áliva, en el cual pretendemos pernoctar, a la espera del nuevo día para abordar el corazón del macizo Central.






Los puertos de Áliva


No tenemos muy claro que encontremos alojamiento en el refugio ya que nos hemos enterado por una mujer que pasó por la ermita mientras comíamos que mañana, día 2 se celebra la festividad de la Virgen, y los paisanos de la comarca lebaniega suben a pasar el día en la montaña junto a la ermita.
No obstante cuando llegamos nos podemos alojar, nosotros y la chucha, que dormirá en el cuarto de las lavadoras.
El resto de la tarde lo pasamos tranquilamente disfrutando del atardecer, el baño y la cena. Para ir pronto a dormir que el día siguiente promete ser duro.





Hotel-refugio de Áliva


El día 2 de julio de 2010 amanece sobre los Puertos de Áliva completamente despejado y con un cielo azul inmaculado. El fresco de la mañana nos espabila para recoger rápidamente los trastos e ir a buscar a la perra a su lugar de pernocta. El desayuno fuerte nos prepara el cuerpo y el café cargado nos lo tonifica para la jornada, que inmediatamente iniciamos tomando el camino de la Horcadina de Covarrobres.






Camino a la Horcadina de Covarrobres.



Fuertes rachas de viento fresco nos acompañan y se van haciendo mas violentas al acercarnos al collado hasta el punto de dificultar la marcha en algún momento.
Doblamos la horcadina y nos encaminamos en absoluta soledad a la Vueltona, en donde se divisan los primeros neveros en el camino.
Hemos de confesarnos totalmente ajenos a la nieve como elemento, por lo tanto estos primeros pasos sobre ella, además dura aun de la noche, los tomamos con mucha precaución. La que ha hecho un gran descubrimiento ha sido la perra. Escasos minutos son suficientes para que haya descubierto un motivo de juego, carreras y saltos. Se lo pasará pipa a lo largo de toda la jornada cada vez que nos acerquemos a un nevero.







Ascensión a Horcados Rojos


Continuamos el camino observando al fondo la pared de Horcados Rojos y el diminuto punto de Cabaña Verónica con su aspecto de base lunar.


El ascenso es llevadero en función también de la fresca temperatura y las fuertes rachas de viento que nos acompañan. Dejamos atrás la bifurcación a Peña Vieja y a nosotros nos dejan atrás un par de grupos de montañeros que caminan con más aire que nosotros.


Cada vez observamos mas nieve, en especial en el Jou junto a cabaña Verónica completamente cubierto de ella justo antes de encarar los últimos metros de ascenso hasta el collado.


La vista es espectacular. Los Boches salpicados de neveros, el Urriellu al fondo, majestuoso, el cielo azul con algunas nubes, el viento fuerte helándonos el sudor.

Jou de los Boches con Urriellu al fondo


No obstante es el momento de valorar las posibilidades de descender al Jou de los Boches o volvernos por el mismo camino. Una pareja de montañeros que acaba de hacer el ascenso en sentido inverso a nosotros nos dicen que es factible, que hay nieve pero se puede. Al mismo tiempo observamos como otro grupo de los que nos había adelantado estaba bajando, por lo que nos animamos y tras repostar algunas calorías nos dirigimos al cable a iniciar el descenso.
Nuestro optimismo inicial se heló al comprobar que el cable tras unos 30 metros, y en un tramo de fortísima pendiente, se enterraba en la nieve. El paso marcado en la misma por las huellas se encuentra varios metros mas abajo. Para llegar allí es necesario descender apenas unos metros por una fuerte pendiente con piedra suelta, casi sin agarre y con una caida libre hasta el fondo del Jou. Esta situación me hace pensar en que no es seguro pasar no sin antes haberlo intentado.
Tras unos momentos de duda, es Rosa, mi compañera de fatigas, la que localiza un acceso mas seguro, con piedra mas fija y por la que logra descender. No me queda otra que seguirla, y así es como alcanzamos la huella que atravesaba el nevero y que ya cruzamos con muchas precauciones pero sin problemas.

De ahí hasta abajo ya no hubo mas problemas, porque aunque el cable volvimos a encontrarlo enterrado en otras dos ocasiones, fue en zonas mucho menos comprometidas y el inconveniente se subsanaba con facilidad.






Una vez en el Jou, con los deberes hechos y la perspectiva de un continuado descenso por delante, es el momento de disfrutar, y vaya si lo hicimos. Es muy difícil explicar con palabras lo que se siente en un lugar como este rodeado de naturaleza en estado puro y salvaje. Donde el silencio, cuando el viento lo dejaba reinar era absoluto. No hay insectos, apenas algunas trazas de musgo por toda vegetación y la imagen lejana de alguna cabra rompiendo la inmovilidad de la escena.







Disfrutamos mucho la travesía de los Jous hasta la vega de Urriellu, eludiendo las dos trepadas aun a costa de andar algunos metros mas, que nos recibía un año mas envuelto en niebla, que nos rodeó nada mas traspasar la garganta del Jou Sin Tierre.





Una vez en el refugio y rodeados por la Guardia Civil y otros montañeros, nos dispusimos a comer, comida frugal, a base de embutidos y pan con prisas por reanudar la marcha, ya que mi tobillo debido a un aparentemente sin importancia mal paso en un nevero, empezaba a doler intensamente, además de a hincharse por momentos.
Por todo ello rápidamente nos pusimos de nuevo en camino para acometer el descenso antes de que el píe se enfriase del todo.
El inicio fue envueltos en niebla, pero pronto, esta se disipó y bajamos en un ambiente cada vez mas caluroso pero con buena visibilidad hasta el collado de Pandébano.




Inicio del descenso




A partir de aquí el camino ya se hizo pesado ya que invertimos mas de una hora en llegar a Sotres, en donde nos esperaba el coche para llevarnos a Tresviso, donde concluimos la jornada cenando en un estupendo comedor con estupendas vistas sobre el pueblo, que se preparaba para vivir al día siguiente sus fiestas.