Cuatro de febrero. Son las 8 de la mañana, y solo abrir la puerta del coche el estruendo del viento es ensordecedor, hasta el punto de hacernos dudar si es buena idea dejar atrás La Perdiz en el corazón de Sierra Espuña para acosar el Morrón Chico o de Alhama en un día como hoy.
Tomamos la senda y enfilamos la subida del cortafuegos en pos de la senda del Caracol. El viento aumenta cuando enbocamos las alturas del valle de Leyva camino de la bonita estructura de las escalerillas.
Azote, no hay otro término que lo defina. A cuatro grados bajo cero el durísimo viento norteño a 35 nudos con rachas de 38 medidas en el EVA nº 13 apenas nos deja caminar por las tres Carrascas camino de Collado Mangueta.
El regreso por el barranco Gallego nos lleva de nuevo a La Perdiz donde el vino templado nos repone después del duro paseo
