La ruta elegida nos lleva desde la esquina este de la playa hasta la cresta que en sentido sur-norte asciende hasta la cumbre con el mar siempre a la espalda.
La ruta es de dificultad moderada, ya que hay varias trepadas, sin mucha dificultad pero que obligan a echar las manos y algún paso aéreo. Nada que frene a alguien habituado a moverse por el monte, y sobre todo muchos tramos saltando de piedra en piedra.
La recompensa, una ascensión diferente a una cumbre emblemática de la costa cartagenera y las vistas que desde allí nos ofrece.