Fueron pasando los días y la verdad es que no se estaba mal allí. No hacia calor ni frío. La comida estaba mejor, aunque lo de la variedad lo comentaré otro día. Los melvas estos me tienen solo a pienso y algún trocico de choped. Por eso en cuanto se descuidan le meto mano a todo lo comestible que tengo a mi alcance.
Empecé a no mearme en la casa. Yo ya sabía que se mea en la calle, pero así ellos se creyeron que me habían enseñado y se les veía muy orgullosos. Por eso de vez en cuando les recuerdo que yo meo donde quiero, y les casco una meada en la alfombra. El truco está en que no me pillen infraganti, porque si no… joder, el alto tiene malas pulgas y si me coge, me sacude, y menuda mano tiene. Me pusieron en la puerta de la cocina una tablica que yo no sabía para lo que era y me dije; a lo mejor es para que haga deporte, y me dedicaba a saltarla cuando me la ponían, pero no debía ser para eso, porque una vez que la salte me encontré con el alto que me soltó dos güayas. Desde entonces no la he vuelto a saltar por si acaso.
Pues la verdad es que ahora, bien mirado ha salido ganando. Estoy haciendo muchas cosas nuevas.He conocido amigos, como ese troll blanco que llaman Jaro y que puteo como quiero por muy grande que sea, a Mar, a Sansón, a Calcetines, a Alfonso, que es un pincher como yo, y a otros muchos. Al principio les ladraba mucho y me erizaba, pero ahora si el de la correa me deja acercarme, los huelo y juego con ellos sin pelearme.
Me llevan de excursión, muy andarines me han salido estos dueños. También a correr. Ja, eso si que es bueno, da gusto ver como echan el hígado cuando yo ni me he calentado. Paseo bastante y últimamente me están dando hasta huesos. Anda que se van a herniar de generosos. Me llevan de bares, y me pasean en moto, aunque sin casco, y un día nos multan de fijo.
Me encanta que me quiten la correa y poder correr como a mí me gusta, a toda velocidad haciendo quiebros. Y si es con otro chucho o en la arena, mucho mejor. Lo que no me gusta nada de nada es el agua, y los capullos estos ya me han duchado dos veces. No se enteran que a mi no me va eso. Vamos es que ni entro a la habitación esa blanca llena de grifos y azulejos donde me torturan con el agua. Lo que me jode es que me tomen por un payaso, igual que el otro día que había en mi madriguera un montón de gente y van y me disfrazan de rojo y se ponen todos a reírse y a llamarme “Mama Noel”. Pues que se rían de su madre. Digo yo.
Pero vamos en general estoy muy a gusto. Aunque de la rubia no me fío un pelo. Le veo un noseque peligroso. Tiene algo que ocultar. No se si tendrá que ver con eso que le dice el grandullón de una inyección y de un tal Rex, que yo no conozco, pero la cuestión es que no me da mucha confianza, por eso intento estar a bien con ella y jugar mucho, morderle los talones y esas cosas para que esté contenta y no le de por lo de la inyección que a mi me da mala espina. El grandote es otro tema, porque la verdad es que, aunque parece que es de broma, verse venir a toda leche a una mole de ese tamaño gritando como un poseso “me cago, me cago, me cago” acojona a cualquier perro de 6 kgr. Y yo no soy una excepción. De todas formas y aunque alguna vez me ha sacudido, no parece mala gente, me saca mucho de paseo y siempre me da una “golo” cuando volvemos a casa. Por eso también juego con él aunque solo cuando me apetece.
Bueno ya me conocéis y sabéis donde encontrarme si queréis jugar conmigo o que salgamos juntos de caza, así es que, un afectuoso ladrido a todos.
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