miércoles, 23 de junio de 2010

Tres días en el macizo occidental.

Dos días de sol y el tercero nublado, pero sin lluvia, nos acompañaron en esta travesía por la zona occidental de los Picos entre los Lagos de Covadonga y los refugios de Vegarredonda y de la Vega de Ario.

El coche quedó en la Vega Huertu, lugar desde el que iniciamos la ascensión tras cruzar el río Pomperi de majada en majada hasta llegar a Vegarredonda. El camino es muy agradable intercalando subidas con llaneos a través de las vegas de la Piedra, Canrasu, la rondiella y finalmente el Collado Gamonal que da paso a la Vegarredonda, en donde se encuentra el refugio homónimo.


Vega de la Piedra

Vega Canrasu

Excesivamente cargados como íbamos empleamos casi dos horas en hacer el recorrido, parando en numerosas ocasiones para disfrutar del paisaje, hacer fotos y saborear el ambiente.

El recibimiento en el refugio, no podemos decir que fue cordial. El responsable del mismo se comportó con nosotros y con otros caminantes que hasta allí llegaron de una forma francamente desagradable y nada hospitalaria. Todo lo contrario de lo que cabe esperar de quien regenta un lugar como este, y del cual esperamos recomendaciones, trato agradable y demás. Por ello y con nuestras dudas sin aclarar, nos dirigimos al antiguo refugio, unos metros mas arriba, donde nos instalamos junto al mismo para comer unos tortelinis deshidratados y quesu gamoneu.


Vegarredonda con el refugio en primer plano

Tras ocultar las mochilas nos pusimos en marcha a través de la canal de Cuenye hasta el collado del Horcau, paso estrecho que nos da acceso a los campos de Torga, y su impresionante paisaje lunar de roca tallada en grietas verticales. La subida continua hasta llegar Los prados de Urdiales donde se encuentra el refugio abierto y el mirador.


Collado del Horcau


Vega de Urdiales

Tatar de describir con palabras lo que desde aquella atalaya queda ante nosotros me sobrepasa. Un balcón con una caida vertical de 700 metros, una perspectiva de más de 10 planos de montaña perdiéndose en el horizonte. La impresionante verticalidad del pico Cotalba a nuestra izuierda, y los neveros ascendiendo a los picachos de mas de 2000 metros. Una experiencia magnífica el descansar y recuperar el aliento en este solitario lugar a 1700 metros de altura.


En el mirador de Urdiales


Vistas desde el mirador

Descenso por la Canal de Cuenye

El regreso, muy cómodo, ya que era en descenso continuo, nos llevo de nuevo al viejo refugio de Vegarredonda, en cuyas inmediaciones montamos la tienda para pasar la noche. La cena y la muy tardía puesta de sol sobre la canal que forma el río Humhumia y la aparición de la luna llena sobre los picos de los Argaos dieron paso a la noche.



Atardecer

La mañana siguiente empezó temprano, y tras recoger la tienda y preparar las cosas, decidimos volver a los lagos, ya que aunque nuestro destino, Ario, está unido a Vegarredonda por un sendero a través del caleyón del Frances, el pico Cohurtau y la Vega Aliseda, el hecho de no haber estudiado previamente la ruta, y la nula colaboración del guarda del refugio, nos hizo desistir de esa alternativa.


El descenso a los lagos es rápido y cómodo en hora y cuarto aproximadamente. Después de reponer fuerzas, cerveceras sobre todo, en uno de los restaurantes de la zona, llevamos el coche al aparcamiento de la Ercina y nos ponemos en camino hacia la Vega de Ario.


Los lagos, un entorno impresionante, aunque demasiado explotado para el visitante turístico, fue lo que dejamos atrás camino de la Vega de Ario, una ruta de unas tres horas, que se nos hicieron largas debido al peso de las mochilas, el desnivel del camino y las desafortunada hora en que la realizamos, debido al intenso calor.


Frente al Lago de la Ercina

Al poco de hincar la marcha y tras superar la majada de Bobias encontramos un lugar con sombra de árboles y una fuente, en donde paramos a comer y a descansar. Tras esto, reemprendemos la marcha bajo un sol de justicia en casi continua subida hasta el collado del Hitu desde donde ya llaneando llegamos hasta el refugio Marqués de Villaviciosa.


Collado del Hitu

El recibimiento aquí, fue diametralmente opuesto al de Vegarredonda, amabilidad, trato agradable, etc. Que nos hicieron sentir cómodos y a gusto. Quizás por eso y pese a lo caros que resultan estos refugios decidimos cenar en él. Laura nos preparó una abundante y bien condimentada cena a base de macarrones y carne guisada con verduras y buen gusto, que regamos con un buen rioja mientras la luna llena ascendía sobre los picachos aun nevados del macizo Central y el cielo azul de la noche mas corta del año.


Solsticio de verano en Ario

También nos resulto agradable la charla con un lugareño que por los pagos andaba esa noche ayudando a los responsables del refugio que ese mismo día habían recibido las provisiones con el Helicóptero.


La tienda la montamos entre las piedras, en un lugar precioso, con vistas al macizo central. Y por cierto, en un lugar llano, lo que se agradeció después de los deslizamientos del día anterior.


Amaneció el día 25 de junio nublado y fresco, lo que nos venía de maravilla para la caminata de descenso, que al contrario del día anterior se hizo muy agradable.


Llegada a Lagos de Covadonga

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